Este verano entrarán en la cueva de Altamira los primeros grupos de personas en casi ocho años. Se les abrirán las puertas porque los técnicos necesitan unos ‘conejillos de indias’ para medir el impacto de su presencia en el interior de la cavidad. Con los datos que recojan de estas visitas respecto a humedad, temperatura y otras variables, harán su propuesta (en noviembre) sobre el número de visitantes que podrán acceder a la gruta en el futuro.
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Por tanto, estas visitas serán experimentales, según explicó ayer el consejero de Cultura, Javier López Marcano, que cree que al recinto se podrán entrar «en cuanto estén instalados los dispositivos» con los que se harán los controles.
La comisión permanente del patronato de Altamira será la que establezca los criterios para seleccionar a esos visitantes ‘piloto’. López Marcano dijo que los criterios no están todavía establecidos, si bien una de las posibilidades que se baraja es acudir a la lista de espera que tiene guardada el Museo Nacional de Altamira desde hace ocho años y en la que figuran unos 4.000 nombres, según adelantó el martes el director del centro museístico, José Antonio Lasheras.
El máximo responsable de Cultura indicó también que el carácter muy restringido que tendrán las visitas pese al anuncio de reapertura no debe «provocar desánimo ni alertas», puesto que antes del último cierre de la cavidad, en septiembre de 2002, Altamira sólo recibía cinco personas al día cuando las condiciones climatológicas lo aconsejaban y hasta 30 «en los días más propicios». Lo que era importante de aquella situación es que Cantabria podía decir que «Altamira estaba abierta».
López Marcano apuntó que ésta no es una cueva «que se adapte a usos turísticos», sino «un Bien de Interés Cultural, patrimonio con mayúsculas y un museo y un centro de investigación nacional».
También el presidente del Banco Santander, Emilio Botín, se refirió ayer a lo «limitadas» que serán las visitas cuando pueda reabrise la cavidad. El presidente de la Fundación Marcelino Botín -principal patrocinador privado del Museo Nacional- se mostró «muy contento» de que todos los miembros de un Patronato «tan grande» como el de Altamira apoyaran la reapertura. Botín se mostró «encantado» de que el Patronato le nombrara vicepresidente y cree que «todo el mundo lo ha hecho muy bien» .
«Los científicos han hecho lo que tenían que hacer, que para eso son científicos y están preparados y han hecho un informe fantástico y todo el mundo ha quedado convencido», explicó, para agregar que a los técnicos les puede preocupar que la cueva se reabra «sin más, con una asistencia indiscriminada como hubo hace quince años». Se deben adoptar «medidas extraordinarias», defendió.
Una minoría
Y, de entre todas las voces que se pronunciaron ayer sobre la reapertura, destacó la del vicepresidente adjunto de áreas científico-técnicas del CSIC, Juan José Damborenea, quien animó a visitar la reproducción de la Neocueva «que no es un demérito al original».
Como «reflexión personal», subrayó el hecho de que 10 ó 20 personas vayan a ver la cueva «al día, al mes o al año» supone que sólo «una minoría tendría acceso» a la misma. «Básicamente lo que estas personas (14 investigadores) a lo largo de este estudio han visto es que en principio la situación de la cueva era delicada y que esto se debía al intercambio entre el interior y el exterior de los ciclos de entrada de materia y energía».